

Las primeras constituciones de la Orden de Predicadores describen claramente el objetivo de la Orden fundada para la predicación y la salvación de las almas. El mismo Papa Honorio III, el 18 de enero de 1221 ratificando la fundación de la Orden escribió una carta a Sto. Domingo y sus hermanos, entre otras cosas decia: "Aquel que incesantemente fecunda la Iglesia con nuevos hijos, queriendo asemejar los tiempos actuales a los primitivos y propagar la fe católica, os inspiró el piadoso propósito de abrazar la pobreza y profesar la vida regular para consagraros a la predicación de la palabra de Dios, propagando por el mundo el nombre de nuestro Seňor Jesucristo". ( MOPH XXV, p.144)
La Constitución Fundamental describe aún más detalladamente el fin de la
Orden y sus medios: "Y, puesto que nos hacemos partícipes de la misión de
los apóstoles, imitamos tambien su vida segun el modo ideado por Sto.
Domingo, manteniéndonos unánimes en la vida común, fieles a la profesión de
los consejos evangélicos, fervorosos en la celebración común de la liturgia,
principalmente de la Eucaristía y del oficio divino, y en la oración, asiduos en el
estudio, perseverantes en la observación regular.
Todas estas cosas no solo contribuyen a la gloria de Dios y a nuestra propia
santificación, sino que sirven también directamente a la salvación de los
hombres, puesto que conjuntamente preparan e impulsan a la predicación, la
informan y a su vez, son informadas por ella.
Estos elementos, solidamente trabados entre si, armónicamente equilibrados y
fecundándose unos a otros, constituyen, en su síntesis , la vida propia de la
Orden; una vida apostólica en sentido pleno, en la cual la predicación y la
enseňanza deben redundar de la abundancia de la contemplación." (LCO. 1, IV)
Hoy en día tenemos en la iglesia tantos institutos religiosos inspirados en la Orden dominicana que es difícil darnos cuenta que en muchas de las características de la Orden, fueron una gran innovación en la historia de la Iglesia. La Orden de Predicadores, siendo la Orden mendicante más antigua, desde el principio, supo mantener un equilibrio sano entre las tradiciones recibidas, las invovaciones y las adaptaciones necesarias para temporalmente acomodar su carisma a las distintas generaciones.
La nueva Orden fue vista como la realización del ideal original de la vida religiosa. A este respecto, Esteban de Salagnac (+1291), un famoso escritor Dominico, escribió : "por su profesión [Sto. Domingo] fue un canónigo, por su austeridad de vida segun la regla fue un monje, pero por especial gracia de Dios, supo aňadir observancias de la vida apostólica a ambas vocaciones".
En su primer Capítulo general de Bolonia en el aňo 1220. Sto. Domingo y sus hermanos predicadores escribieron las primeras constituciones, más tarde los Capítulos generales las implementaron y ampliaron, probando desde el principio una de las características de la legislación de la Orden, su flexibilidad. En la Orden no se permitiría que ninguna norma molestase en el apostolado de la sagrada predicación. Los superiores tendrían libertad para dispensar a los hermanos de algunas obligaciones y observancias regulares que de alguna manera impidieran su ministerio. Gran responsibilidad y decisiones se dejaron para su implemetentación por comunidades locales o los mismos superiores.
Las constituciones definen la estructura esencial de la Orden de una manera consistente y diáfana. De hecho según las Constituciones, la Orden es una "unión de personas", la primera tal unión en la historia de la iglesia. Una organización estricta que sabe combinar elementos monárquicos y democráticos. Por ello un joven que entre en la Orden, entrará en la misma Orden y no un monasterio determinado. La Orden a través de los superiores asignará al joven a alguna casa religiosa, no considerada ya monasterio, sino convento ("conventus"), es decir una comunidad, lugar de reunión. En estas casas los miembros de la Orden viven juntos como comunidad al servicio de Dios y de la Iglesia. Las casas estan unidas entre sí formando unidades territoriales llamadas Provincias. Cada convento elige a su superior, llamado prior, es decir, primer hermano entre hermanos. El prior provincial es elegido por el Capítulo provincial, compuesto por representantes de los conventos. El superior general, llamado Maestro de la Orden, es elegido por el Capítulo general, compuesto por representantes de las Provincias. Todos los oficios tienen un limitado tiempo de varios aňos. El prior conventual sirve por tres aňos, el prior provincial cuatro y la autoridad máxima, el maestro general 9 aňos. Todos pueden ser reelegidos consecutivamente una sola vez.
El trabajo como predicadores al servicio de la Iglesia llevó a los Dominicos a regular los estudios de la Orden, por ello desde el principio normas sobre el estudio fueron incorparadas en sla legislación de la Orden. El estudio es una tarea importante para todo Dominico. En 1220 el primer Capítulo general estableció una escuela de teología en cada convento. Todos los conventos para que se pudieran fundar necesatarían un prior y un profesor de teología llamado "lector". Se establecieron escuelas provinciales de filosofía y teología y a partir de 1227 casas generales de estudios para la adquisión de títulos y grados académicos. No era solo por motivos académicos, sino sobretodo también como un medio poderoso de preparación para el apostolado de la predicación. Tal énfasis en los estudios ha dado a la Orden un carácter académico por la que se ha convertido en Orden de estudiantes ("Ordo studentium").
Como resultado de su especialización y actividad predicadora por mandato del Santo Padre ha realizado diferentes servicios a la Iglesia. Por ejemplo desde 1232 el Papa les encargó la inquisición. Los Dominicos ayudaron también a expandir la fe fuera de las fronteras del cristianismo, haciendo un trabajo misionero ejemplar en el norte de Africa, Este de europa, Próximo y Extremo Oriente. Sobretodo se distinguieron en el servicio educativo enseňando en universidades. Muchos de los Dominicos como Sto. Tomás de Aquino y S. Alberto Margo se encuentran entre los más famosos maestros católicos de todos los tiempos.
La Orden desde el principio fue una fuerza apostólica, que supo valorar la pobreza como instrumento para seguir a Jesucristo y a los apóstoles, quienes dejaron todo por predicar el evangelio por todo el mundo, como el Seňor les había encomendado (Mt.10:7-20). En la Orden la pobreza no es un fin en sí mismo, sino un potente medio que puede realizarse de diferentes maneras. Desde el principio Sto. Domingo lo enfatizó, pidiendo que la Orden viviera sin propiedades y sin subsidios fijos. Con ello, no solo hizo que se cumpliera la pobreza personal, como era costumbre en el monaquismo, sino que fuera también una pobreza comunitaria. Con el mandato de la Iglesia predicadores Dominicos itinerantes tomaron seriamente las exigencias de los herejes de seguir al Cristo real desnudo, es decir, sin nada, pobremente. De este modo la pobreza fue un arma excepcional para predicar contra grupos heréticos.
Una última innovación histórica de los Dominicos es el espíritu de familia. La Constitución fundamental reconoce en el párrafo IX que la Familia dominicana está compuesta de hermanos clérigos y cooperadores, monjas, hermanas, miembros de institutos seculares y fraternidades de sacerdotes y laicos.
El mismo Sto. Domingo fundó la Orden Segunda, o la rama contemplativa de mujeres, que posteriormente sería un modelo para otras congregaciones femeninas. De esta forma los hermanos adquirieron un nuevo ministerio, el de supervisar y dirigir espiritualmente los monasterios contemplativos de la Orden. Asímismo, llevando su ideal de predicar el evangelio a todos los cristianos del mundo entero se formó "la Orden de penitencia de Sto. Domingo",que se convertiría posteriormente en la Orden tercera laical dominicana.
En resumen, La Orden de Predicadores, como todas las instituciones, como la misma Iglesia, ha conocido en sus casi 800 aňos de historia altibajos, días de fervor y vigor, así como días difíciles y decadentes. Sin embargo, durante su historia la Orden ha mostrado una formidable vitalidad apostólica, por lo que la contribución de la Orden a la vida e historia de la Iglesia ha sido muy fructífera. Con 4 Papas santos (S. Pío V, S. Benedicto XIII, beatos Inocencio V e Inocencio XI), 76 cardinales, más de 1000 obispos y dignatarios eclesiásticos, tres doctores de la Iglesia (Sto. Tomás de Aquino, S. Alberto Magno y Sta. Catalina de Siena), innumerables teólogos y profesionales escolásticos de gran autoridad, entre los que sobresalen S. Raimundo de Penyafort, Domingo de Soto, Tomas de Vio (Cardenal Cayetano), Domingo Baňez, M.J. Lagrange (pionero de los estudios bíblicos y fundador de la escuela bíblica de Jerusalén), más recientemente M.D. Chenu, Y. Congar, E. Schillebeeckx, y otros muchos Dominicos podrían ser nombrados. Grandes predicadores como S. Vicente Ferrer, Luis de Granada y Lacordaire; misioneros de corage como S. Jacinto de Polonia, S. Luis Bertrán, y los miembros de la Provincia misionera del Smo. Rosario, muchos de los cuales han testimoniado con su propia sangre la verdad del evangelio y han sido reconocidos por la Iglesia como santos mártires en las tierras de Oriente; místicos como Sta. Catalina de Siena, Sta. Margarita de Hungría, Maestro Echkart, Juan Tauler, beato Enrique Susó, Catalina de Ricci, Juan González Arintero, etc. También como muchos defensores de la ortodoxia cristiana como S. Pedro de Verona, y de los derechos de la Iglesia, así como los derechos humanos como Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, Montesinos, etc. Artistas como Fra Angélico, y reformadores como el beato Juan Dominici, S. Antonino de Florencia, Savonarola, etc. Igualmente innumerables Dominicos podrían ser citados como buenos ejemplos de vida humilde entregados a obras de caridad, por ejemplo, el primer santo americano de color S. Martín de Porres (fray escoba), Sta. Rosa de Lima, S. Juan Macías, beata Marie Poussepin, etc. Dominicos laicos como S. Lorenzo Ruiz (primer santo filipino), beato Jorge Frassati, beato Bartolo Longo (constructor del santuario mariano de Pompeia), y otros muchos no se pueden de ninguna manera olvidar en la historia de la Iglesia. Pero más que un motivo de orgullo, los triunfos de la Orden de predicadores deben ser considerados como un desafío que se ha de continuar por aquellos que son o quieran ser seguidores de Sto. Domingo.
La vida renovada dominicana ha florecido en cada generación desde su fundación. Podríamos decir como Sta. Catalina de Siena que "la voz de la predicación de Domingo se puede oír hoy aún y se continuará oyéndose en la predicación de sus seguidores."
La Familia dominicana hoy, es una fuerza apostólica extendida por todo el mundo. Los hermanos Dominicos son unos 7000, que viven en 707 casas y estan presentes en 88 países, y administrativamente divididos en 45 Provincias, 4 viceprovincias y tres vicariatos generales. Nuestras hermanas contemplativas viven en 236 monasterios y son unas 4000. Las hermanas de vida activa son unas 37000 distribuidas en 158 congregaciones femeninas. Los laicos Dominicos y los miembros de 9 institutos seculares, son màs de 75.000. Hay también varias asociaciones y confraternidades unidas a la familia dominicana como la Sociedad del Santo Nombre de Jesús y la Confraternidad del Rosario, a la cual casi un millón de fieles estan inscritos.
Como Dominicos del siglo veintiúno, extendidos por todo el mundo, reconocemos agradecidos nuestra herencia gloriosa y con una renovación espiritual constante y nuestra fidelidad al modo de vida dominicano, luchamos para perpetuar tan rica tradición. Hoy nuestro servicio a la Iglesia se extiende a campos muy diferentes, aunque nuestro ministerio se centra principalmente en el apostolado formativo-educativo y la dirección espiritual. Seguimos predicando la Palabra de Dios no solo en las iglesias, sino tambien en universidades y escuelas como profesores, en parroquias como predicadores, y directores espirituales.
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