

No es fácil resumir en pocas palabras quien era Sto. Domingo de Guzmán (1170-1221). Sto. Domingo es una de las grandes figuras europeas del siglo 12 y 13, un tiempo de grandes cambios sociales, políticos, económicos, incluso de grandes transformaciones y retos en la misma Iglesia.
Los siguientes hechos nos muestran un mundo en ebullición. En el Este en 1187 Jerusalén cae en manos de los sarracenos bajo el mando de Saladino. En 1204 cruzados cristianos europeos por sentirse engaňados por el emperador cristiano de Oriente, en vez de liberar Jerusalén de los sarracenos, luchan contra sus hermanos orientates y saquean Constantinopla, capital del imperio, abriendo aún más la llaga de la división entre la iglesia latina y la ortodoxa. En el Oeste, en la península ibérica, los reinos musulmanes son reforzados con nuevas oleadas de conquistadores islámicos del norte de Africa que amenzan con reconquistar toda la península, después de mucho sacrificio, esta amenaza desaparerá trás ganar las armadas cristianas la batalla de las Navas de Tolosa en 1212.
Dentro de la misma Iglesia católica, sobre todo en Francia e Italia, se propagan grupos heréticos, que como un cáncer amenazan la existencia misma de la propia Iglesia.
A todo ello se aňade un cambio generalizado al interno de la Europa cristiana del modelo social medieval. La población aumenta dramáticamente y se comienza a concentrar en centros urbanos más o menos autónomos en donde el comercio y la industria priva sobre el trabajo agrícola. Esto obligará a la Iglesia a adaptarse al nuevo modelo social para adoctrinar eficazmente las urbes.
En medio de este mundo medieval de grandes transformaciones y retos, Sto. Domingo y su Orden será un instrumento providencial para revitalizar la Iglesia y ayudarla para poder hacer frente a todos estos desafíos.
Domingo nació hacia 1170 en el seno de una familia noble castellana con lazos con la casa real. Nació en Caleruega, provincia de Burgos, en la vieja Castilla (Espaňa), en aquel tiempo aún una colonia fortificada cercana a la frontera musulmana. La tradición nos dice que Sto. Domingo fue el tercer hijo de una familia profundamente piadosa formada por su madre Juana de Aza y su padre Felix de Guzmán, noble caballero a quien se le había confiado el territorio de Caleruega.
Desde muy joven, sus padres le formaron en una profunda experiencia de fe. Después de sus estudios primarios realizados con un tío clérigo arcipreste de Gumiel de Hizán, continuó sus estudios en la universidad de Palencia. Allí mientras avanzaba en el conocimiento de las ciencias, sentirá la llamada de Dios para servirle como sacerdote. Hacia 1196 Sto. Domingo entra a formar parte de los canónigos regulares de la catedral de Osma, su diócesis. De esta manera los primeros aňos de su vida sacerdotal los dedicó al estudio, oración y cuando era necesario ayudar en actividades apostólicas de la diócesis. Sus talentos no pasaron desapercibidos por lo que ya en 1201 aparece en los documentos como subprior del capítulo de canónigos de Osma.
En 1203 la paz del claustro fue disturabada por su obispo, Diego de Acebes, quien le llamó para que le acompaňara en una misión diplomática al norte de Europa confiada por el rey de Castilla. Al pasar por el sur de Francia vió asombrado los efectos devastadores que la herejía albijense estaba produciendo en la Iglesia. Lleno de compasión y convencido de que tenía que predicar la Verdad del Evangelio a esas pobres gentes, después de hablarlo con su obispo decidió con él, comenzar un proyecto misionero en aquellas tierras. Y en 1205, después su segundo viaje y trás terminar el asunto diplomático, pidió al Papa ser enviado a predicar la fe a los tártaros. Sin embargo, el Papa lo envió a una misión más urgente, la de asistir a los abades cistercienses que estaban predicando la fe católica a los herejes del sur de Francia. Imitando a los apóstoles, es decir, viajando descalzo, en pobreza y humildad, mendigando la comida de puerta en puerta y predicando el evangelio, Domingo y su obispo comenzaron su trabajo en los alrededores de Pruille, en donde establecieron una comunidad religiosa para mujeres convertidas de la herejía. Después de unos meses de apostolado el proyecto conjunto se deshizo debido a la muerte inesperada del obispo Diego y por el abandono de los abades cistercienses, quienes desanimados por la falta de resultados se volvieron a sus monasterios.
Domingo continuó sólo la tarea de predicar pacíficamente la fe católica. Poco a poco otros hermanos se le fueron uniendo en su proyecto de predicación. Como Domingo predicaba con la palabra y con su ejemplo (pobreza evangélica y oración constante), su predicación fue eficaz. Su constante deseo era el enseňar a todos la verdadera fe, para que fueran liberados y salvar sus almas. Por ello siempre se preocupó de que él y sus hermanos supieran bien la fe y ser capacez de enseňarla competentemente.
En 1215 Pedro Sheila, un rico burgués de Toulouse le dió una casa y junto un amigo llamado Tomás, hizo profesión de obediencia a Domingo, de esta manera se comenzó institucionalmente la pequeňa comunidad llamada "Sagrada Predicación" que se transformará posteriormente en la Orden de Predicadores. El obispo de Toulouse, Fulco acogió la nueva comunidad y les nombró predicadores de su diócesis. Pero Domingo, quería no solo una comunidad local, sino que se pudieran fundar comunidades similares en donde hiciera falta. Por ello pidió al Papa su bendición para la nueva comunidad y su aprobación como una Orden de Predicadores universal. En 1216 el Papa Hononio III, concedió esta petición estableciéndola como una institución en toda la Iglesia.
Domingo dedicó los últimos cinco aňos de su vida a la predicación y la organización de la Orden. Durante este corto tiempo organizó tan bien la Orden y supo atraer tantos jóvenes santos y con grandes talentos, que su muerte no amenazó en absoluto la continuación de su ideal. Las vocaciones eran jóvenes que le habían oído predicar y se ofrecieron voluntarios para ir a misiones, e incluso morir alegremente por el Evangelio o buscar las ovejas descarriadas de la iglesia entre los grupos heréticos, o enseňar en universidades o de cualquier modo la verdadera doctrina evangélica. Cinco aňos de presencia magnética fueron suficientes para encandilar la Orden entera, de tal manera que en los primeros cien aňos de historia la Orden supo atraer a más de 30.000 miembros de todos los países de Europa y comenzar su andadura evangélica alrededor del mundo al servicio del Evangelio.
Agotado por su labor apostólica, Domingo enfermó y murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221. Había vivido lo suficiente para ver a su Orden establecida tan firmemente que ninguna persecución o problema la haría peligrar. Al morir, prometió a los hermanos que se reunieron alrededor de su lecho sollozando, que no se preocuparan pues les sería de mayor uso en el cielo que en la tierra. Una promesa que ha cumplido sobreabundantemente.
El funeral de Domingo se llevó a cabo segun los deseos del mismo santo, en extrema sencillez, fue sepultado en un sepulcro humilde "bajo los pies de los hermanos". Y allí permanecieron sus restos hasta que por petición del Papa Gregorio IX, amigo del santo, se preparó un nuevo sepulcro más digno en donde se trasladaron las reliquias. La traslación de las reliquias del santo tuvo lugar en 1233 durante la celebración del Capítulo General o reunión de los representantes de toda la Orden. El beato Jordán de Sajonia, sucesor de Domingo, presidió la ceremonia cargada de un ambiente muy emotivo especialmente cuando las reliquias del santo fueron expuestas a la luz después de 12 aňos enterradas. Los que conocieron mejor al santo y habían trabajado y convivido con él redactaron testimonios escritos de su santidad. El Papa Gregorio IX tomó dichas pruebas y después examinarlas al aňo siguiente en 1234 lo canonizó.
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